miércoles, 10 de octubre de 2012

Número 14: Ícaro Incombustible. El Erotismo. Observatorio de Estética

Ensayo sobre el libro "La forma de lo bello", capítulo "la sombra de lo bello" de BODEI, Remo.

Permanentemente la carne respira sacrificio. Supura delitos para elevarse como bella, esconde la sangre que derrama en un charco putrefacto, maloliente. No es eterna la gracia, la belleza es siempre sagrada y distante. El contenedor lleno de pulpa fresca se aplasta contra la superficie y se derrama por las esquinas. Cada violento embiste vacía un poco más la copa. Hasta que la superficie comienza a hundirse, volviéndose quebradiza y húmeda. 

La oleosa materia, esparcida grácilmente, se escurre agarrándose a los surcos de la tensa tela del lienzo. La pulida pero porosa piedra, vacila durante siglos y por fin se desprende llena de musgo e insectos. Cae al lago verdoso la esbelta y corrupta mejilla de la escultura.

El Arte sólo es un instante más largo.

Los materiales nobles permiten que la película de la belleza permanezca más tiempo sobre sus cuerpos sacralizados. Y los nuestros, desprovistos están rápidamente de ella. Considero que la belleza es un concepto abstracto que no existe encarnada como tal en la materia. Lo feo es lo verdadero y terrenal que nos habita. Burlarnos de la fealdad durante unos años, mientras ella se asienta en nuestros huesos y se amontona en forma de excrementos de mosca sobre las delicadas pinceladas del cuadro de las Meninas. La fealdad es de nuestro mundo, por eso nos atrae y nos repugna al mismo tiempo. A la belleza se la ha culpado de muchos delitos y no es ella nada lejano a la fealdad, es simplemente su contrario. La belleza no debería ser un concepto o una superficie, debería también ser parte indivisible de la materia como lo es la fealdad. Y aún en estos tiempos sigue siendo lo mismo que era para Platón, idea. Imagen, superficie, concepto.

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